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Los controles médicos frecuentes son fundamentales para detectar a tiempo el cáncer, dado que en sus etapas iniciales la mayoría de los tumores son asintomáticos.

La detección temprana al diagnosticar la enfermedad en las primeras fases para dar un tratamiento más efectivo, al inicio de los síntomas o si es posible, antes de su desarrollo, cuando el tumor está localizado en el órgano de origen, sin invasión de otros tejidos vecinos.

Un diagnóstico de cáncer no es sinónimo de dolor y muerte. Más de la mitad de las personas con cáncer se curan y en otro porcentaje importante se convierte en una enfermedad controlada, que permite llevar una buena calidad de vida.

Los síntomas, tratamientos y evolución son diferentes en cada persona. No se puede comparar el proceso por el que pueden estar pasando dos personas que tienen el mismo diagnóstico de cáncer, ya que su evolución está sujeta a múltiples factores.

La mayoría de las personas que desarrollan cáncer pueden llevar una vida prácticamente normal. A veces, cuando se inicia un tratamiento, el paciente debe ser hospitalizado durante un tiempo para controlar más fácilmente los efectos secundarios de la terapia, y aunque algunos tratamientos requieren temporalmente más reposo y descanso, la mayoría puede seguir realizando las actividades diarias habituales.

El cáncer puede tratarse con cirugía, radioterapia, quimioterapia, terapia hormonal o terapia biológica. El médico puede usar un método o una combinación de éstos, en base a la edad y salud general del paciente, el tipo y ubicación del cáncer y el nivel de extensión de la enfermedad entre otros factores.